La tecnología se cuela en el dormitorio y te avisa que llegó la hora: ¿funcionan las apps de fertilidad?
Más y más mujeres recurren a aplicaciones del celular tanto para evitar embarazos como para conseguirlos más rápido. ¿Son útiles? Depende.
By: Natalia Martin Canero
“Cuando mi marido y yo decidimos tratar de concebir un bebé, me quedé embarazada rápidamente. Estaba muy contenta. Esperamos 12 semanas antes de compartir la buena nueva”, señala Nicole Roberts, de North Stonington, en Connecticut. Pasadas las primeras 12 semanas, sin embargo, Roberts sufrió un aborto espontáneo. “Quedé devastada. Nos parecía que la única manera de curar este dolor sería con un nuevo embarazo”.
La aventura se transformó en decepcionante y angustiosa. Cada test de ovulación y de embarazo provocaba un gran estrés en la pareja. Entonces Roberts comenzó a utilizar AVA, una de las aplicaciones para la fertilidad más populares. “Finalmente pude relajarme un poco, y utilizar los datos para ser más estratégica mientras trataba de concebir“, explicó la mujer de 32 años en un correo electrónico enviado a Univision Noticias. En dos ciclos se quedó embarazada de su bebé Amelia, que nació el 19 de marzo, el día de su cumpleaños.
Pocas esferas de la vida se libran ya de la influencia de las apps, y desde luego la fertilidad no es una de ellas.
Hacer cuentas y calcular fechas (ser estratégica, como señala Roberts) es, al fin y al cabo, crucial cuando se quiere tener un bebé, como bien saben las parejas que remueven cielo con tierra para optimizar las posibilidades de ampliar familia. Así que no es de extrañar que se haya convertido en terreno abonado tanto para prevenir los embarazos como para conseguirlos más rápido.
Mucho Netflix y poca “danza del bebé”
En una sociedad donde las parejas dedican más tiempo a ver series en Netflix que a la “danza del bebé” (la expresión favorita en los foros donde las mujeres comparten sus dificultades para concebir), y la edad de concebir es cada vez más tardía, hay prisa. Mucha prisa. El porcentaje de nacimientos entre las mujeres de menos de 30 años ha ido cayendo desde 2010, mientras sube el de las mamás de más de 30, 40 y hasta 50, según las estadísticas oficiales.
Acelerar el proceso –ir más al grano– es justamente lo que prometen apps como AVA gracias a una pulsera que recoge mediciones de la temperatura de la piel, el pulso, la respiración o el sueño. Estas mediciones van a parar al móvil, y un algoritmo de su propia creación (una fórmula matemática) permite calcular cuáles son los días fértiles de cada ciclo de la usuaria, según asegura la compañía.
Desde que comenzó a comercializarse, en 2016, 10,000 clientas se han quedado embarazadas, según sus fundadores. AVA es de pago (cuesta 249 dólares) pero existen multitud de apps gratis como Glow, Clue, Period Tracker Lite , o Flo. Después están los monitores de fertilidad, que incluyen una app y un termómetro, como Kindara/Winky Daysy. Además de la ropa inteligente como Bellabeat’s Leaf o Duo Fertility’s.
Se multiplican como hongos, sí, pero esto no quiere decir que estas apps sean infalibles.
“Una de sus limitaciones es que pueden ser imprecisas, sobre todo en pacientes con ciclos menstruales irregulares, justamente el grupo de mujeres que más se beneficia de la identificación de la ventana de fertilidad”, señala a Univision Noticias el doctor Enrique Soto, ginecólogo especialista en fertilidad con sede en Miami.
El problema es que estos métodos se basan en los cambios de la temperatura basal asociados con la ovulación. Pero hay muchos elementos que afectan a este factor, desde una fiebre a unas copas de más la noche anterior.
” El uso de estas aplicaciones no cambia la recomendación de acudir a un experto de fertilidadluego de 12 meses de intentar conseguir un embarazo si la mujer tiene menos de 35 años, y de solo 6 meses de intentar concebir cuando la mujer tiene más de 35 años”, recuerda Soto.
Una app que funciona como contraceptivo
La única app que tiene el visto bueno de la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) para publicitarse como contraceptiva es Natural Cycles. Esta app, que consiguió luz verde hace unos días en medio de la polémica, se basa en las lecturas de la temperatura basal del cuerpo (la más baja que alcanza, a primera hora de la mañana) para determinar la fertilidad.
Como la temperatura de la mujer se incrementa ligeramente justo después de ovular, cada vez que la usuaria introduce sus datos la app obtiene información acerca del momento del ciclo menstrual en el que se encuentra.
Natural Cycles, que incluye un termómetro con la suscripción anual (de cerca de 80 dólares), también usa su propio algoritmo para determinar si la mujer está o no en un día fértil.
¿Por qué es la única que puede comercializarse como método anticonceptivo? La FDA tomó esta decisión tras revisar estudios clínicos en los que participaron 16,000 mujeres que lo usaron durante ocho meses. Las mujeres que lo usaron “a la perfección” se quedaron embarazas en un 1,8% de los casos, lo que se considera un porcentaje de fracasos normal, según la compañía.
Esto no significa que sea segura. La agencia que regula la publicidad en Reino Unido prohibió la publicidad de Natural Cycles esta semana por considerar que sus pretensiones de ser un método “altamente preciso” y de que ofrece una alternativa clínicamente probada a otros métodos son engañosas, e instó a la compañía a no exagerar su eficacia. Desde su lanzamiento en 2014, la app ha conseguido más de 300,000 usuarias.
Embarazadas mientras usaban la app
A principios de año salió a la luz un episodio que puso su efectividad en entredicho cuando un hospital sueco informó de que 37 de las 668 mujeres que habían solicitado un aborto en sus instalaciones se habían quedado embarazadas mientras usaban esta app. Sus creadores alegaronque estos “errores” son típicos de cualquier método de control de natalidad.
Al margen de este suceso, cabe plantearse si el aluvión de datos que dan estas apps es la solución para las peticiones, muchas veces desesperadas, de mujeres con dificultades para quedarse embarazadas. Estas apps dan alas al Quantified Self, un movimiento que busca mejorar el conocimiento personal a través de cifras.
Sus seguidores creen que sus vidas mejoran gracias a un mayor conocimiento sobre sus actividades diarias. Los detractores, sin embargo, aluden al cartel que supuestamente colgaba en la oficina de Albert Einstein: “No todo lo que cuenta puede medirse, y no todo lo que puede medirse cuenta”.
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